No
debemos de cansarnos nunca con el término de liderazgo, ya que entraña un
significado más que importante, en muchos aspectos de nuestro día a día.
Un
amigo mío, recientemente, me contaba su caso. Este amigo trabaja en una
importante organización. Dicha mercantil, está estructurada en departamentos y
cada departamento tiene su responsable, además varios de estos departamentos,
tienen también su supervisor que controla que se cumplan las expectativas y los
compromisos para con la organización. Mi amigo trabaja bajo el cumplimiento de
unos objetivos marcados por el supervisor de los departamentos.
El
responsable del departamento de mi amigo, tiene que conseguir que sus
compañeros se impliquen, se motiven y consigan dichos objetivos.
Los
responsables de los departamentos, reciben a diario la llamada del supervisor
de todos ellos, para dar cuenta de lo conseguido en dicha jornada. Además este
supervisor, se reúne con cada responsable individualmente, para revisar el
porcentaje conseguido, las desviaciones que llevan y conseguir compromisos de
cumplimiento a corto plazo. En pocas palabras, exigir, exigir y más exigir.
Ahora
bien, han detectado que en bastantes ocasiones, los responsables de los
departamentos a cargo de este supervisor, han necesitado de su apoyo y ayuda.
Apoyo y ayuda, que requería el tener que entrar a “pelear” con los supervisores
de otros departamentos. Ante estas necesidades, se han visto como este
supervisor, les dejaba de lado. Este hecho a parte de generar malestar con los
diferentes miembros de los departamentos, generaba ansiedad en sus responsables
ante la inoperancia de su supervisor. Otro síndrome que ha generado esta actuación,
fue que una gran desmotivación.
En
definitiva, y aunque suene repetitivo, las organizaciones no necesitan personas
que tan solo exijan a sus subordinados, necesitan un líder que les exija, pero
que además les apoye y les ayude a conseguir con las necesidades que su
organización les ha solicitado.