Durante un tiempo la noticia de las noticias fue las penurias y la
hambruna que estaban padeciendo muchas miles de personas en Somalia y
otras zonas de África, que bajo mi humilde opinión, nunca han dejado de
pasar esas penurias y hambrunas. Pero parece ser que este tipo de
noticias, al igual que la economía, son cíclicas. O también puede ser
que haya momentos en que vendan más periódicos y por tanto interesa
sacarlas de nuevo a la luz pública.
El domingo 4 de septiembre de 2011 en
El País se publicó un magnífico artículo, titulado como el que ahora
mismo están leyendo, “El hambre cotiza en Bolsa” y cuyos autores son, H.
Knaup, M. Schiessl y A. Seith. Recomiendo su atenta lectura para darnos
cuenta hasta que punto esta sociedad dominada por el capitalismo y el
consumismo, puede llegar a que otras personas padezcan e incluso mueran
por algo tan horrible como por el hambre.
En dicho artículo nos
informan de que la voracidad de los inversores por ganar y ganar más
dinero, puedan influir en los precios de los alimentos básicos que
componen la base alimentaria de estas pobres gentes de Somalia o Kenia.
Todo
se decide en la Bolsa de Chicago, que es la mayor sala de negociación
de materias primas del mundo y como se dice en el artículo, “el hambre
del planeta se organiza aquí, además de la riqueza de unos pocos”. “El
pan del mundo atrae a inversores a los que les interesan tan poco los
cereales como, anteriormente, las empresas punto.com o las hipotecas
subprime”, comentan acertadamente.
La gran mayoría de países
desarrollados y emergentes, tachaban de inaceptable el modelo de
sociedad totalitaria que se impuso en la antigua URSS, ya que en este
caso era el mismo gobierno el que lo controlaba todo, a parte de que
este sistema no daba pie a pensar por uno mismo ya que el mismo gobierno
pensaba por todos.
Se implanta como mejor sistema económico, el
modelo capitalista, donde todo pasa por el mismo mercado y es él, el que
regula. Prácticamente todo se basa en la oferta y la demanda y a partir
de ahí, empieza el juego de hacer dinero. Los efectos colaterales de
este sistema pueden ser, las grandes diferencias sociales que provocan y
por desgracia en esta crisis, se han hecho más evidentes. Así como, que
una decisión de un especulador en Chicago, haga que muchas personas
puedan morir de hambre en otra parte del mundo.
Volviendo al
artículo que les he comentado como lectura recomendada, aporta datos
sobre el Índice de precios de los alimentos de la F.A.O., donde el coste
de los productos alimenticios experimentó un alza del 39% en el curso
de un año. Que los precios de los cereales subieron un 71%, así como los
aceites y grasas destinados a la alimentación. Estas subidas, en una
sociedad como la americana o en la Unión Europea, puede significar un
poco más de dinero para nuestros bolsillos, pero para las sociedades
pobres, estos incrementos pueden significar más muertes.
El mismo
artículo, reseña un informe de la ONU elaborado por Oliver de Shutter,
sobre el derecho a la alimentación, que señala como culpables a grandes
inversores que, “dada la sequía en los mercados financieros, se han
pasado en masa al comercio de materias primas, distorsionando los
precios más allá de toda proporción. Los excesos especuladores son la
causa primordial del encarecimiento de estos alimentos”.
Como
conclusión y para alentar un correcto funcionamiento de este mercado de
las materias primas, proponen una rápida actuación política a nivel
mundial, así como una total transparencia en dicho mercado y reglas más
estrictas para sus participantes.
Viñeta rescatada de Idígoras y Pachi. El Mundo
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