A continuación os contaré un relato que tal vez pudo ocurrir o tal vez no, donde todos los personajes que aparecen son posiblemente invención del que escribe, así como que todo parecido con la realidad quizás pueda ser pura coincidencia (Dios, que ganas tenía de escribir esto y quedar tal cual, como en aquellas pelis de antaño).
La verdad es que después de estar unos años sin acudir a un gran festejo que ya cuenta con muchos años de tradición en mi pueblo (todos los que me conocéis sabéis que mi pueblo se llama Sollana), por fin pudimos acudir gracias sobretodo a la benevolencia del calendario al caer dentro de un fin de semana. El festejo en cuestión se trata del homenaje al arroz que en Sollana realizamos a dicho cereal tan extendido dentro del término de la población (el que quiera más información sobre esta fiesta, que le dé al buscador).
El quid de la cuestión es, que en dicha festividad, el Ayuntamiento del pueblo te indica donde estás ubicado para hacer la paella en las calles de Sollana y luego te asigna un sitio para comértela. Este apostillamiento da lugar a un momento “rosa”. Nuestro personaje, hace unos años entró a formar parte de una estadística, la de los divorciados, y como suele pasar, existía un “ex”.
Como dice la Ley de Murphy, “si el Ayuntamiento te asigna un sitio para hacer la paella y al lado tuyo hay otras personas para hacer otra paella, de tantas personas que ese día hacen una paella en Sollana, ¿A quién le tocará hacer la paella al lado de nuestro personaje?”, correcto al “ex”. ¡Oh! Puta casualidad. Momento tenso. Pasados unos segundos, nuestro personaje, su pareja y sus amigos, se relajan y todos continúan con la festividad que tanto tiempo deseaba disfrutar.
Segunda parte de estas tribulaciones, nuestro personaje tiene un familiar, un familiar muy cercano, sangre de su sangre. Que también tiene que acudir a dicha fiesta, pero lógicamente no sabe lo que va a encontrar cuando llegue al sitio donde se está haciendo la paella y cuales son los vecinos.
Al mismo tiempo, y como las personas somos como somos, todos estaban esperando tal momento, por aquello del morbillo. Y ese momento sucedió. “Santa Bárbara Bendita, ¿Qué panorama hay aquí? “, supongo que ese fue su pensamiento. Acto seguido, saludos a todos y sin mediar más palabras, este familiar, se acerca a los vecinos, se pone ha hablar con el “ex” y se acerca de nuevo a nuestro personaje para decirle que tiene una indisposición, que se irá a su casa y cuando esté todo preparado, ya se pasaría por el sitio asignado por el Ayuntamiento para comer. Apostillar también, que este familiar y este “ex”, seguían manteniendo una relación, a sabiendas de que este familiar, sabía de todo lo sucedido, lo mal que lo pasó nuestro personaje, el dinero que le sacó y aquellas pastillas que se tenía que tomar para evitar caer enfermo. Una relación extraña donde la hubiere.
Lo más curioso y como en un relato de ciencia ficción, una hora más tarde ni dolencias ni nada. Y aquí no ha pasado nada, es más hasta tenía ganas de ir luego a la verbena del pueblo a bailar.
Y como lo he dicho al principio, así lo termino: “cualquier parecido con la realidad puede ser pura coincidencia”. O no.
Una vez es casualidad, dos veces es coincidencia, la tercera vez es una acción enemiga...
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