domingo, 14 de febrero de 2016

¿Y si jugamos, a que siempre tengamos que jugar nosotros?



Esta mañana mi mujer se ha despertado bastante temprano. Un domingo y se me despierta a las siete y media de la mañana. ¡Debería estar prohibido, por Dios!
Por no molestarme, se ha levantado y se ha ido al salón para leer un ratito. El problema es que yo, ya no he podido dormirme. Pero por principios, me he negado a levantarme tan temprano un domingo cualquiera, a sabiendas de que en unas horas lo tendría que hacer por obligación.
Para ver si me volvía a dormir, me he puesto los auriculares para escuchar la radio. A esas horas hay que ver la de buenos programas que puedes escuchar. Me he decantado por “La hora extra” de Javier Torres en la Cadena Ser.
En esos momentos estaba hablando, José Carlos Plaza, profesor, director de ópera y teatro. José Carlos, destaca por su labor docente y de experimentación en el ámbito teatral. Nos estaba diciendo a los radios oyentes, que hacía poco, hablando con un político (no ha dicho con quien), le recriminaba de que no utilizaran las palabras Cultura y Educación. Y que cuando hablaban de cultura, utilizaban dicho término para hablar de diversión. Estaba bastante ofendido el hombre. Y desde mi punto de vista, creo que con toda la razón del mundo. Parece ser que todo tenga que rezar alrededor de la economía y nada más.
Pues bien, al escuchar a José Carlos Plaza, he reflexionado sobre el contenido de sus palabras, que tienen mucho sentido y hace que me ratifique en algo que en otras ocasiones, he expuesto en otros artículos.
No es ni más ni menos, que la conveniencia de la clase política, de querer mantener su estatus dentro del mundo político ¿Cómo conseguirlo? Muy fácil. Existen dos variables dentro de la sociedad, que si puedo llegar a controlar, tendré a la masa manejable y predispuesta a mis necesidades. Esas dos variables son, precisamente, la Educación y la Cultura.
Si hacemos memoria, en los algo más de cuarenta años que llevamos de Democracia, siete han sido las Leyes Educativas más una que no se llegó a aplicar, las que hemos tenido. Salimos a una Ley Educativa cada 5 años, 8 meses, 15 días, 14 horas y 24 minutos.
Planteando una hipotética Teoría de la Conspiración, todo apuntaría a querer moldear o incluso adoctrinar, con todo este elenco de leyes a las diferentes generaciones, para conseguir mantener un sistema rotatorio de poder, donde siempre se mantengan los mismos.
Si realmente tuvieran interés por la Educación y la Cultura de los ciudadanos, desde el minuto uno de hace ya algo más de cuarenta años, se hubieran unido todos los partidos para llegar a un consenso. Incluyendo a los profesionales del sector para poder cerrar una Ley de calidad, que tan solo se tuviera que modificar para adaptarse a los tiempos. Solo así, los profesionales podrían haber realizado su tarea con criterios ciertos y los alumnos aprender los currículos adaptados para ellos en cada momento.
Que conste que los profesionales del sector no estén haciendo correctamente su trabajo. Todo lo contrario. Con tantas modificaciones, son capaces de aportar toda su experiencia para con el alumnado.
Y en ese mismo sentido, observamos como los recién titulados que salen al mercado laboral, están sobradamente preparados. No obstante, a nivel macro, las cifras de fracasos escolares, acosos escolares, abandonos, desgraciadamente indican cierta preocupación, además de informes como el PISA que año tras año, nos indica las carencias de nuestro sistema educativo.
Actualmente estamos inmersos en un desafío Nacional. Es algo inédito en nuestra reciente Democracia, que exista tanta pluralidad en el Hemiciclo. Y por ello, desde mi punto de vista, una gran oportunidad para que pueda existir un consenso total para confeccionar de una vez por todas una Ley, que aporte calidad a la enseñanza.